SOBREVIVIREMOS
Ayer, me senté en el parque debajo de un árbol y estuve pensando,
Que no he sido noble con mis sentimientos, lastimé mi vida por seguirla amando,
Que fueron sus sueños y otras ilusiones, los que hirieron este amor inmenso,
y las osadías que vivimos juntos, las que me dejaron un recuerdo intenso.
Mientras esperaba que el querido amigo, fiel de sentimiento, por fin se agotara,
saltando contento, oliendo los prados y corriendo a gritos sin que tropezara,
recordé momentos, instancias divinas, hermosos pasajes, vidas ya lejanas,
tantos años bellos, deliciosos sueños, alegrías inmensas, esperanzas vanas.
Luego, con mi amigo al lado, caminé pausado el sendero verde hacia la morada,
Donde hablamos siempre en los dos idiomas con que compartimos aquella velada,
él cansado y débil, agitado y torpe se mete en su casa buscando reposo,
relajado sueña con otro momento de emoción y encanto que le de alborozo.
Regreso a la mesa, abro mi portátil, tomo un poco de agua, me pongo a escribir,
a veces no encuentro las palabras nuevas y algunas guardadas que quiero omitir,
son las que se toman el momento frágil, el instante débil y me hacen sufrir,
porque en mi silencio de noches enteras, alborotan sueños y vuelvo a sentir.
Son cosas sencillas, las que ahora escribo, ya que siempre uso estas expresiones,
ver de otra manera, esta vida intensa, que ya me ha dejado varias decepciones,
recorrer las calles, escuchar las voces, sentir mis palabras, hacer reflexiones,
ayudar la gente, compartir mi tiempo, resignar mis gritos y olvidar pasiones.
De esas que se encuentran, cualquier día en la vida, sin que las busquemos,
y nos aferramos con total ternura, aunque no sabemos si es lo que queremos,
terminamos dando todo nuestro ser a una causa hermosa, con sinceridad,
aunque con el tiempo, las palabras sobren y nos interese solo la verdad.
JULIO MONCANUT
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