jueves, 3 de julio de 2008

Amor, porque siempre lo serás.

Te perdiste en la distancia y en los tiempos,
Aun recuerdo nuestras vidas lejanas, bellas alegrías,
Y las horas siguen pregonando los momentos,
Que quedaron en la mente como profecías.

Y es que mis voluntades ya me son ajenas,
Lejanas e indolentes siguen gritando al cielo,
Aunque mis rabias todas provoquen penas
Y mi estéril agonía se cubre con tibio velo.

Mi vieja cama hoy de soledad cubierta,
Envejecida toda, acorde con su tiempo,
No se mueve desde aquel débil momento,
En que los pájaros la mantenían despierta,
Y cuando entraba el sol, al final de la mañana,
En que tu largo sueño por fin se levantaba,
Protegía tus voces roncas de tu hora temprana,
Mientras en silencio yo regocijaba.

Te perdiste en la distancia, con indiferentes menajes,
Ya no fui, ya no soy ni habré sido voz en tu corazón,
Lo que si delatan hoy los más nuevos mensajes,
Las palabras sabias, las caricias suaves, el amor,
De los objetivos romances, con toda la razón.

Sin embargo, las campanas aun no dejan de sonar,
Se de amores, se de letras y de flores y canciones,
He aprendido recio lo que significa amar,
Y conozco al homo en todas sus versiones.
Aun seré conserje, incluso hábil para restaurar,
Sutil manojo de propuestas, corazón y razones,
Por aquella mujer que me ha logrado lastimar.
J Moncanut

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